Con el término Hipoterapia (procedente del griego
“Hippos”, caballo), se denomina la alternativa terapéutica
basada en la utilización del movimiento multidimensional
del caballo para el tratamiento de diferentes afecciones
físicas y mentales.
La Hipoterapia ha demostrado en numerosas ocasiones
sus resultados positivos: niños autistas, incapaces
de mostrar afecto hacia sus seres más allegados,
son capaces de abrazar a su caballo; jóvenes
en silla de ruedas han logrado caminar; niños
hiperactivos logran alcanzar estados de relajación...
son algunos de los “milagros” que el trote de un caballo
puede llegar a conseguir.
BREVE HISTORIA DE LA HIPOTERAPIA
El efecto beneficioso del movimiento del caballo se
conoce desde antiguo. Ya en su época, los griegos
aconsejaban practicar equitación con el fin de
mejorar el estado anímico de los enfermos incurables,
incluso el propio Hipócrates, 460 antes de Cristo
ya hablaba del saludable trote de los caballos. Más
tarde, en el siglo XVII, la medicina utilizaba la equitación
como método para combatir la gota, enfermedad
que por entonces causaba auténticos estragos.
Los primeros datos contrastados nos llegan de 1875,
año en el que el neurólogo francés
Chassiagnac descubrió que un caballo en movimiento
mejora el equilibrio, el movimiento articular y el control
muscular de los pacientes. Experimentó con esta
idea y concluyó que montar a caballo mejoraba
el estado de ánimo y que era particularmente
beneficioso para los parapléjicos y pacientes
con trastornos neurológicos.
Pero el auténtico auge de la hipoterapia en
Europa surge a partir de los años 50 y 60, desarrollándose
principalmente en Alemania. En este país se experimentó
por aquel entonces con el método que en nuestros
días se utiliza, basado principalmente en el
establecimiento de una relación directa entre
el movimiento del caballo y la respuesta del paciente.
FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA
HIPOTERAPIA
La Hipoterapia se basa en el aprovechamiento del movimiento
del caballo para la estimulación de los músculos
y articulaciones del jinete (en este caso, paciente).
De esta forma, se convierte en el único tratamiento
por medio del cual el paciente está expuesto
a movimientos de vaivén que son enormemente similares
a los que realiza el cuerpo humano al caminar. Esto
supone que el paciente no se enfrenta pasivamente al
movimiento, sino que se ve obligado a reaccionar frente
a una serie de estímulos producidos por el trote
del caballo. Debe adaptarse y responder frente múltiples
y diferentes sensaciones.
Se produce así una reacción que no es
sólo muscular sino también sensorial.
Afecta a todo el cuerpo del paciente, quien experimenta
una mejoría global.
A nivel físico la hipoterapia ha demostrado
ser capaz de mejorar el equilibrio y la movilidad, de
ahí la utilización con pacientes que sufren
diferentes parálisis. Pero actúa también
en otros planos como el de la comunicación y
del comportamiento.
De hecho, esta terapia se utiliza en gran medida con
personas que sufren dificultades para ingresar dentro
de la sociedad.
En general, con esta terapia se han observado:
- Efectos fisiológicos: aumento de la
capacidad de percepción de estímulos,
al encontrarse en una situación de movimiento.
- Efectos psíquicos: se estimula la
atención, la concentración y la motivación
frente a otros movimientos. Es fundamental el aumento
de la autoestima y de la seguridad en uno mismo.
- Efectos físicos: el caballo tiene
una temperatura corporal y un volumen muy superiores
al hombre, lo que conlleva una importante transmisión
de calor y solidez al ser abrazado y tocado por un
niño.
El movimiento del caballo tiene además la gran
ventaja de ofrecer una enorme variedad de ritmos cadenciales,
lo que supone la posibilidad, desde el punto de vista
terapéutico, de graduar el nivel de sensaciones
que el paciente recibe.
El caballo al trote transmite al jinete un total de
110 movimientos diferentes por minuto, en consecuencia
no hay ni un solo músculo ni zona corporal, desde
el coxis hasta la cabeza, al que no se transmita un
estímulo. Todo ello en conjunto, produce que
el enfermo pueda ser capaz de experimentar sensaciones
que nunca antes ha vivido.
La hipoterapia supone una actitud activa del paciente,
que deberá realizar movimientos para estirarse,
relajarse, mejorar la coordinación y el equilibrio...
Pero si hay un punto diferenciador, que influye muy
notablemente en la obtención de resultados positivos,
es que la hipoterapia es asumida por el paciente como
una diversión. Se desarrolla al aire libre, pudiendo
disfrutar de cuanto le rodea, no en un lugar cerrado
lleno de máquinas que en cierta medida pueden
suponer una amenaza para el enfermo. Montar a caballo
es una terapia, pero es también una diversión
y sólo explotando correctamente ambas vertientes
se conseguirán los mejores resultados.
Por todo ello, esta terapia ha demostrado su eficacia
en personas con problemas de todo tipo:
- Esclerosis múltiple.
- Parálisis cerebral.
- Autismo.
- Síndrome de Down
- Espina Bífida.
- Traumas cerebrales.
- Conductas caracteriales.
- Enfermedades neurodegenerativas.
- Enfermedades traumatológicas.
- Anorexia.
- Bulimia.
- Afecciones crónicas.
- Minusvalías de cualquier tipo (físicas
y psíquicas).
- Problemas de comportamiento.
- Incapacidad intelectual.
- Discapacidad física.
- Discapacidad sensorial.
- Enfermedades mentales.
- Diversas inadaptaciones sociales (drogadicción,
delincuencia...).
- Otras afecciones invalidantes.
El hecho de montar un caballo, rompe el aislamiento
de la persona con respecto al mundo, poniendo al enfermo
en igualdad de condiciones con respecto al jinete sano.
No cabe duda que montando se consigue superar el temor,
mejorar la confianza y la capacidad de concentración;
al tiempo que hace perder las tensiones e inhibiciones
físicas y emocionales. Esto hace que la hipoterapia
resulte efectiva no sólo con enfermos, sino también
con personas que presentan problemas de inadaptación
social.
Todo ello se consigue gracias a que el caballo ha demostrado
ser un animal enormemente perceptivo, de inmediato se
dará cuenta de que la persona es diferente a
los demás y por ello se comportará de
forma diferente a como lo haría con cualquier
otro jinete.
Son muchos los buenos resultados conseguidos y llenan
de esperanza, pero no podemos pensar que se trata de
una “cura milagrosa”. La hipoterapia está considerada
como un tratamiento alternativo, pero también
complementario a los que se utilizan habitualmente.
Se ha demostrado que con él se pueden obtener
nuevos estímulos complementarios a los conseguidos
con tratamientos tradicionales.
DESARROLLO DE SESIONES DE HIPOTERAPIA
El primer paso de las sesiones de hipoterapia será
establecer una relación entre el paciente y el
animal.
Esta fase inicial es de suma importancia, ya que con
ella debe generarse el necesario clima de confianza
entre ambos. Si el paciente no confía en el caballo,
no podrá estar relajado sobre él y en
consecuencia la terapia será ineficaz.
En estos primeros contactos el paciente deberá
acercarse al caballo, acariciarle, darle de comer...
es muy importante que se produzca el contacto físico
para que la persona tome conciencia del volumen del
animal, de su cuerpo.
Debemos tener claro que el objetivo de la hipoterapia
nunca es que el paciente aprenda a montar, simplemente
deberá colocarse sobre el caballo, acompañado
en todo momento por el fisioterapeuta quien vigilará
que se adopten las posiciones que faciliten la circulación
sanguínea, mejoren el equilibrio y el sentido
espacial.
El paciente deberá ser colocado en la cruz del
caballo, lugar donde la columna del animal es más
alta (donde el cuello se une con la espalda), en este
punto se reciben los movimientos de los músculos
anteriores y posteriores, que son los que provocarán
el estímulo.
Las formas de asentarse el paciente sobre el caballo
pueden ser diversas, dependiendo del tipo de estimulación
que se necesite en cada caso (incluso se montará
hacia atrás).
Las primeras sesiones tendrán una duración
que irá desde los 15 hasta los 30 minutos, dos
o tres veces por semana. A medida que el paciente va
mejorando, estos tiempos se irán ampliando, llegando
a sesiones de una hora.
Antes de montar a caballo, el paciente realizará
una sesión de calentamiento en el gimnasio, que
preparará a los músculos y articulaciones
para el siguiente ejercicio físico. También
después de montar se pasará por el gimnasio,
esta vez con el objetivo de obtener una correcta relajación
muscular.
Cuando un nuevo paciente acude a un centro para recibir
hipoterapia, los pasos a seguir serán los siguientes:
Realización de una evaluación por parte
del personal sanitario, quien analizará el grado
de afección, determinando su el paciente puede
o no montar a caballo.
Se estudiarán los posibles efectos secundarios,
estableciendo en consecuencia un plan de prevención.
En función de las características de
la persona, se desarrollará un plan de trabajo,
en el que se planteará qué caballo le
conviene así como el programa a realizar por
sesiones.
Es función del terapeuta mantenerse totalmente
atento a las respuestas dadas por el paciente en función
de los movimientos del caballo, ajustándolos
para obtener los mejores resultados.
HIPOTERAPIA EN ESPAÑA
Actualmente la hipoterapia no es una actividad muy
extendida en nuestro país, son escasos los profesionales
que controlan esta terapia y aún menos los lugares
a los que poder acudir.
Los centros homologados por la Federación Hípica
Internacional en nuestro país son:
FUNDACIÓN CABALLO AMIGO
C/ Lope de Vega, 36
28014 Madrid
608 714 375
ÁNIMO
Apdo. 37
04638 Mojácar. Almería
950 478 268
SAC SIROI
08732 Castellvi de la Marca
Barcelona
ASOCIACIÓN DE ZOOTERAPIA DE EXTREMADURA
Ctra. Nacional Cáceres-Mérida, km. 562
Finca El Pradillo, 1
Apdo. 58
10080 Cáceres
629 251 881
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